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Todos somos refugiados. Vivimos bajo un sistema que nos somete a un proceso de uniformidad mecanizada o directamente nos empuja fuera de sus márgenes. Nuestro verdadero rostro permanece oculto bajo una máscara, nos vestimos con un cuerpo que es tan sólo una coraza. Y lo peor es que permitimos, de esta manera, que este sistema no se enfrente a su propio fracaso y siga, por contra, alimentándose de su falta de escrúpulos.

 

El presente número de Cinergia trata de personas atrapadas, “cuerpos encerrados en un espacio que los delimita”, “cuerpos-máquina que funcionan según leyes que lo hacen manipulable”, “que no encuentran un reconocimiento válido ni ante el espejo”, pero también de seres que se revelan, que “quieren ser reconocidos y no renuncian a su identidad”, personajes en proceso de mutación, “suspendidos, en tránsito” que encontrarán la “oportunidad de redimirse y conseguir sus alas”. “El dolor como un proceso de catarsis” y la transformación como un proceso de liberación que llega a trastocar el propio relato y al espectador. Y es que “¿para qué alguien utilizaría el cine si no fuese para hacer emerger un mito?”.

 

No es casualidad que dos de los artículos nos remitan a La Metamorfosis de Ovidio, y otros dos al nazismo: a su negación interesada y a la apropiación de su metodología por parte del capitalismo. Los entrecomillados del párrafo anterior son fragmentos de todos los artículos que, más que nunca, se complementan como un puzzle. Encontraréis en ellos el alma de cada uno de sus autores. Esperamos que tengáis una lectura redentora.

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