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Por millares...

Los desaparecidos y los grillos se pueden contar por millares, pero solo podemos escuchar el canto de los insectos: a propósito de El Sonido de los Grillos



El sonido de los grillos, codirigido por Juan David Cárdenas, Bibiana Rojas y Julián Gutiérrez, hizo parte de la sección “El silencio de los archivos” de la 24 edición de la Muestra Internacional Documental de Bogotá-MIDBO.



“En Colombia la verdad tiene fecha de vencimiento,

dependiendo del poder de negación del revictimizador,

siempre dispuesto a negar crímenes y desapariciones.

Un mapa de nieblas. Una historia -perdón por reiterarlo- escrita,

de manera meticulosa y oficial, las que por la punta del lápiz

por el lado del borrador”

JUAN MANUEL ROCA, LA CARTOGRAFÍA DEL OLVIDO

PRÓLOGO A CARTOGRAFÍA DE LA DESAPARICIÓN FORZADA EN COLOMBIA


Como una película velada que ha quedado en blanco, incapaz de fijar la realidad que alguien dispuso delante de la cámara y que después sería representada en una pantalla, el recuerdo de aquellos que se han ido se desvanece, llevando a quienes deberían tenerlo presente a cuestionar si en realidad existieron. Si los recordadores abandonan este mundo o pierden la consciencia de su propia vida, este desvanecimiento resulta inevitable, de la misma forma en que acaece como consecuencia de la extinción de los vestigios materiales que los humanos dejan atrás: heredades, suvenires, fetiches y registros biográficos de índole variada. Tras la esfumación solo queda la nada, el vacío. Un níveo infinito que se contrapone a la oscuridad con la que asociamos al final. Fade out. The end.


En Colombia y en otras naciones marcadas por el sinsentido de la guerra, se cuentan por miles los seres humanos cuyas vidas quedaron en pausa, sin que nadie sepa más de ellos. La desaparición forzada le pone puntos suspensivos al transcurrir de la existencia y le impide a quienes esperan el retorno de sus seres amados vivir el tan necesario duelo. No hay final a la vista, tan sólo incertidumbre. El mediometraje de no ficción El sonido de los grillos (2022), codirigido por Juan David Cárdenas, Bibiana Rojas y Julián Gutiérrez, aborda esa tensión hilando un relato en el que la imagen en movimiento analógica, digital, archivada e intervenida, sirve como vehículo para intentar darle cierre a la tragedia de quien desaparece.




La reflexión tácita sobre la memoria de las víctimas de las violencias colombianas y sobre la fragilidad del recuerdo, atraviesa esta pieza. Los abuelos que deambulan como espíritus errantes entre las capas de gelatina de un viejo celuloide, y la distorsión de la imagen y del sonido como metáfora de la desgracia que entraña un viaje sin retorno, se hacen presentes también. Del relato familiar que menciona el mal presagio que arriba con la temporada de reproducción de los grillos, al ejercicio concienzudo de revisión de las cifras sobre las desapariciones forzadas en el país, la película traza un camino que se entrecruza con el que sigue quien hace las veces de protagonista y de quien solo conocemos su voz.


El documental es en sí mismo una construcción que parece por momentos algo etérea, incluso destinada a deshacerse en cualquier instante, degradarse, romperse en píxeles y drop frames antes de implosionar y retornar al fotograma en blanco con el que comienza. Los números llenan la pantalla y sentimos en carne propia la necesidad que tienen los desaparecidos de al menos, existir como una cifra; reafirmar que por aquí estuvieron, al formar parte de una estadística. Podría decirse que ésta es una pulsión que trasciende ultratumba, un anhelo compartido por quienes se fueron y quienes lloran su ausencia.


Una esposa afligida margina por cuenta propia a su marido de las cifras que arroja el décimo primer censo nacional, llevado a cabo en 1938, con la esperanza de darle cierre a su duelo. 68.596 desaparecidos se contabilizaron en Colombia entre el año 1958 y el año 2021. La voz omnipresente interpela al espectador: ¿Una cifra en blanco implica que esa persona no existió? ¿No existe? El archivo fílmico está repleto de rostros que fueron alguien. Las imágenes se convierten en la certeza del paso por este mundo, se les llora, se les prenden velas y de su preservación depende que el recuerdo permanezca. Las cifras son intervenidas y se convierten en imagen plástica. El código binario que se esconde detrás de una imagen satelital o de una fotografía panorámica nos permite hacer un viaje por carretera hasta el sitio del infortunio.



Ese mismo sitio en el que el sonido de los grillos, que para muchos es simplemente parte del paisaje sonoro en una tierra tropical que es tan seductora como hostil, se convirtió en la última melodía que escuchó una joven periodista antes de perderse y dejar de ser ella misma. Antes de convertirse en una cifra más. Antes de convertirse en un grito ahogado por la manigua, arrastrado por la vorágine de la guerra y la ambición. Antes de desaparecer, para luego resurgir de la nada transformada en voz, en sonido, representada por alguien más que decide, tal vez sin su permiso, ser un médium que la sustrae del limbo y suplantarla, prestándole su voz durante poco más de media hora, para al final corromperse, fragmentarse y desvanecerse de nuevo.


“El olvido es como la muerte” puede leerse en un tramo de Parábola del retorno, una película de Juan Soto (2016) que transita esa frontera cada vez más tenue entre la ficción y el cine de lo real. Una frase que podría ser transversal a todas las representaciones fílmicas sobre la desaparición en Colombia y en el mundo, y que condensa la crudeza del hiatus de la existencia que supone el partir sin querer hacerlo. En el caso de El sonido de los grillos, el miedo al olvido es palpable. Recordar al que se fue implica validar su existencia, a pesar de que este ejercicio entraña el dolor y el sinsentido de percibirlos como no muertos, de evitar darle un punto final al relato de sus vidas. Algo que paradójicamente anhelan sus deudos, y que no pueden conseguir porque hasta eso les fue arrebatado por la desgracia.


© Camilo Ramos, noviembre 2022


*Texto elaborado en la segunda versión del Laboratorio de Escritura sobre Cine Documental de la 24 MIDBO y coordinado por Valentina Giraldo Sánchez y Pedro Adrián Zuluaga.




Imagen recuperada de Cartografía de la Desaparición Forzada en Colombia, relato (siempre) incompleto de lo invisibilizado (pág. 22), disponible en https://desaparicionforzada.com/cartografia-de-la-desaparicion-forzada-en-colombia/

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