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Hotel Royal




La última película de Kitty Green, Hotel Royal, inspirada en el documental Hotel Coolgardie (Pete Gleeson, 2016), ha conseguido despertar un gran interés en una parte de la crítica, que no ha tardado en compararla con Perros de paja. Yo misma pensé en la cinta de Peckinpah durante la proyección. No hay duda de que los personajes de Green y los de Peckinpah tienen muchos puntos en común, pero existen algunos matices significativos entre ambas películas que me parece interesante subrayar. 


Según Levi Strauss, el cine de Hollywood hace una clasificación binaria entre mujeres intercambiables y mujeres consumibles. El personaje que encarna Susan George en Perros de paja se nos presenta como una mujer intercambiable, compañera de un “hombre respetable”. Apta para el matrimonio y la maternidad. No obstante, para Peckinpah, tal y como afirmó él mismo en la entrevista que concedió a la revista Playboy cuando se estrenó la película, la naturaleza liberal de su personaje femenino acaba por hacerla víctima de una salvaje y, en su opinión, merecida violación. Susan George se convierte en una mujer consumible. A pesar de todo, esa agresión no servirá para sentar las bases del conflicto. Perros de paja es a su manera un western, en el que tiene lugar una contienda fálica, pero no por la honra, sino por el territorio. Recordemos que el personaje interpretado por Dustin Hoffman, compañero de Susan George en la ficción, nunca descubre la violación. De algún modo, parece que la intención real de Peckinpah fuera deconstruir el modelo de nueva masculinidad que él encarna. Un hombre que abomina de la violencia, pero que no duda en abrazarla ante el intento de home invasion de los lugareños. En Hotel Royal el movimiento es el contrario: Julia Garner y Jessica Henwick son percibidas, desde antes de su llegada al bar, como mujeres consumibles. Nada más alejado de la intención y de la actitud de los personajes. Es imposible negar que la idea del consentimiento está en el centro del discurso del film, pero late con mucha más violencia la rabia incel.*


La asistente, película anterior de Kity Green, apostaba por la fuerza del fuera de campo. En Hotel Royal, la directora australiana decide arriesgar más en la puesta en escena y la representación de la violencia es más explícita. Aún así no acaba de alejarse del todo de la estrategia desplegada en La asistente y aquí es donde reside su genialidad. La violencia masculina es latente, la inminencia de la amenaza está ahí, pero lo que hace el film realmente aterrador son nuestras propias expectativas, es nuestra imaginación la que obra el milagro. Green genera atmósferas tan envolventes y tan asfixiantes como las de Hitchcock o Polanski, pero en su reverso feminista. Si cuando la violencia está en manos de los hombres es casi siempre latente, cuando pasa a manos de Julia Garner -también protagonista de La asistente- se hace patente. De hecho, su personaje es el único que evoluciona. Sigue los mismos pasos que las final girl del cine de terror. Y ese es otro de los puntos fuertes de la película: la hibridación de géneros. Green coquetea con el terror, con la comedia, con el thriller y con el western. Y lo hace de forma magistral. Hotel Royal quiebra prodigiosamente nuestras expectativas, nos desconcierta y nos deja sin aliento hasta el final. 



© Mireia Iniesta, marzo 2024.


* Acrónimo de la expresión inglesa involuntary celibate, 'celibato involuntario'.

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